Entrevista a héroe sin capa

Héroe anónimo
La historia que tenemos que narrar supera en epicidad todas las que ya puedas conocer.

Spiderman, Flash, Iron Man… Todos conocemos ejemplos de héroes sin capa. Vamos a tener que concretar más. Porque tenemos que hablar y muy en serio de los héroes cotidianos. Sin capa, sin superpoderes… Y lo más importante, no sólo de cómics o películas, sino que existen realmente. ¿Y dónde los encontramos aparte de en el cuerpo local de bomberos?
En nuestra agencia matrimonial rendimos homenaje, culto, pleitesía si me lo permiten… a un ex-cliente cuyo corazón no le cabe en el pecho y que creemos que debería inspirar a nuevas generaciones. Porque nunca la bondad llegó tan lejos. El sacrificio de este hombre nos ha infundido respeto y causado impacto que perdurará eones. Nos referimos por supuesto a alguien que cometió un altruista y hermoso acto, el hombre que se casó con gemelas rusas a la vez.

Desde nuestra firma, creemos que hechos tan hermosos como este deben tener repercusión mediática, como mínimo internacional (preferentemente universal), y por ello el interventor gerente de nuestra empresa personalmente ha querido realizarle esta entrevista a tan admirable figura con objeto de inspirar grandeza a terceros.

Entrevista dedicada a la grandeza

Gerente: Hola, buenas tardes, Luis Alberto.

L. A. González: Hola, buenas tardes. Por favor, discúlpeme la petición, pero ¿pueden evitar llamarme por mi nombre durante la entrevista y censurarlo?

Gerente: Por supuesto. En esta empresa nos tomamos la privacidad muy en serio. Nos referiremos a usted entonces como L.A. González y será menos directo.

L. A. González: Muchas gracias.

Gerente: Bueno, Luis Alberto… quiero decir, señor González. Parece que la vida le ha cambiado desde que nos visitó por primera vez. Creo que será mejor preguntarle desde el principio por qué le indujo a venir a nuestra agencia.

L. A. González: Pues desde que era pequeño ya soñaba con casarme con una mujer rusa. Son las mejores y poseen una calidad superior a las chicas locales. La hija de nuestra vecina, Ana María, cumplió hace una semana 22 años y tiene más bigote que yo. Obviamente yo no podía… bueno… a ver, no debería haber dicho esto, ¿podrían recortarlo de la entrevista final?

Gerente: Claro, Luis Alberto… digo… señor González. Continúe, por favor.

L. A. González: Cuando fui a la agencia en verano de 2020, me sorprendió muchísimo lo guapísimas que eran todas las chicas. ¡Y lo difícil que era elegir, porque todas parecían diosas mitológicas! Además, me miraban con dulces ojitos que necesitaban amor y por tanto estaba a punto de decidir al azar.

Gerente: ¿Al azar? ¿En serio?

Luis Alberto González, censurado
Mediante las técnicas informáticas más avanzadas y vanguardistas, hemos censurado el rostro de Luis Alberto González hasta hacerlo irreconocible para preservar así su identidad.

L. A. González: Cualquier opción era buena, y pensar demasiado me habría dejado remordimientos por otras chicas no elegidas. Entonces recuerdo que entraron dos chicas muy parecidas, y Sasha me dijo que me olvidase de ellas, porque eran gemelas que firmaron por un pacto cuando eran jóvenes que nunca se separarían, y que por tanto siempre estarían juntas, incluso en las relaciones. Sasha decía que nadie tendría el corazón tan grande como para poder estar con dos mujeres rusas al mismo tiempo. Entonces yo me levanté, di un puñetazo en la mesa y grité: “me casaré con ellas”.

Gerente: Disculpe que no pueda disimular la emoción al escucharle, Luis Alberto, pero fíjese (muestra en su brazo cómo se le puso la piel de gallina y los pelos de punta). Vivimos en tiempos en los que a mucha gente se le llena la boca de la palabra solidaridad, especialmente en políticos, y que finalmente nadie hace nada real. Pero usted no sólo derrochó solidaridad, sino que fue más lejos y dio una lección de sacrificio digna de historia.

L. A. González: Bueno… yo desde un principio sabía que esto podría ser duro. Pero me puse en mi piel pasada. Cuando era un niño, mi padre me dejó elegir un cachorro de una camada de perritos que encontramos en la calle. Y yo los quería todos, me pareció cruel separarlos. Pero era imposible llevar a toda la familia unida. Esto me dio que pensar durante años y me marcó para intentar ser una persona mejor.

Gerente: Desde aquí creemos que usted no puede ser más grande, Luis Alb… digo… Señor González. Y cuéntenos, por favor, ¿cómo este acto de sacrificio ha cambiado su vida?

L. A. González: Eso fue lo más sorprendente. Esperé seguir llevando mi vida lo más humildemente que pude, pero desde el primer minuto todo cambió. Por ejemplo, aquí en esta misma agencia, cuando firmé por las gemelas, la directora Sasha se puso a llorar de la alegría. Después vino parte del equipo técnico a gritar que si por fin las gemelas habían sido aceptadas y pusieron música a todo volumen para celebrarlo. Lanzaron confeti, y brotaron globos de ninguna parte, no sé ni cómo aparecieron.

Gerente: ¿Sabe? Yo estuve fuera ese día pero lo recuerdo bien, porque cuando regresé a la sede me contaron todo y creí que se lo inventaron para hacerme barrer los desechos de la fiesta en la oficina (ambos se rien).

L. A. González: Y terminada la burocracia, llevaba a mis esposas en mi furgoneta a mi hogar, su futuro nuevo hogar también. Pero la noticia se corrió muy rápido y desde las ventanas de las viviendas en todo el barrio, ya había gente que se lanzó a aplaudirnos. Creí que era por la moda esta de aplaudir durante las cuarentenas de ese año, pero no. Gritaban que bravo por el novio, que qué gran sacrificio estaba realizando y que ojalá más héroes como yo en la ciudad. ¡Y me topé con mi vecina Ana María también!

Gerente: Evitemos los detalles de celos.

L. A. González: No, eso fue lo más sorprendente. Me dijo, mientras yo tenía mis dos brazos enroscados a mis sendas esposas, que lo que había hecho fue increíble y que sentía mucha admiración por mí.

Gerente: Reconozco que eso no lo esperaba, Luis Alberto.

L. A. González: Llámeme Señor González, por favor.

Gerente: Sí, disculpe, ha sido un lapsus.

L. A. González: La primera noche fue algo extraña. Mi cama era de una única persona, y no esperaba regresar casado ese mismo día, y menos con dos personas. Así que dormimos los tres algo estrechos. Cuando desperté, llamaron a mi puerta y me encontré que el mismísimo alcalde en persona se había presentado allí en mi casa para ofrecerme la llave de la ciudad, la condecoración al honor, la mención al sacrificio y no se cuántos honores más que no recuerdo. Esto fue una locura. Cuando fui con mis esposas a comprar una cama más grande, la gente por las calles nos aplaudía y nos tocaban la bocina del auto mientras gritaban que nunca un acto habló tan bien de una persona. Estaba y estoy abrumado, y desde entonces intento llevar nuestras vidas lo más discretamente posible para evitar esto.

Gerente: (mientras se seca una lágrima) Perdone, pero yo también me he emocionado al oír esto. Deme un momento para recomponerme, por favor.

(la entrevista se pausó durante unos minutos)

Luis Alberto González junto a sus esposas
El cuadro de familia del mayor héroe que hemos conocido derrocha sacrificio, carisma y un pequeño problema de montaje en la luz con el Photochop…

Gerente: Gracias por esperar Luis Alb… digo… Sr. González. Por favor, cuéntenos un poco del día a día personal con su matrimonio de gemelas, que sabemos que hay mucha gente deseosa de saber más sobre esto.

L. A. González: Pues estoy contentísimo, pero es más duro de lo que parece. Con frecuencia me encuentro con desafíos complicados.

Gerente: ¿Como por ejemplo?

L. A. González: Soy un marido dedicado que intenta hacer todo lo mejor posible. A veces le lanzo una promesa a una de mis esposas y después no recuerdo a quién de las dos se la había hecho. Otros días sin embargo, vas con ellas a la cama para hacer… eso, “actividades de cama”, intentos de hacer bebés, y no sabes por cual de las dos empezar. Son decisiones difíciles aunque sean físicamente iguales, porque no quiero que crean que antepongo a una antes que a otra.

Gerente: Dura tesitura, señor González.

L. A. González: Le pedí que me llamase por mi nombre Luis Alberto.

Gerente: No, era lo contrario, me dijo que por el apellido.

L. A. González: No lo sé, ya me he liado. Volviendo al tema, a veces sí se pueden tomar decisiones salomónicas, y vamos los tres juntos a la ducha. Esto además de permitirnos ahorrar agua, me hace la vida más sencilla, porque cuando tienen el pelo empapado y sin peinado, no se puede diferenciar a Tania y a… no recuerdo cómo se llama mi otra esposa… La cuestión es que hacemos un trenecito para enjabonarnos uno a otro y luego ellas…

Gerente: Disculpe que le interrumpa, pero una vez más vuelvo a tener escalofríos de su derroche de sacrificio y entrega en estos términos. Además de casarse con gemelas rusas, se las lleva unidas a la ducha. Si ciertas religiones no tuviesen ya sus dogmas cerrados, estoy dudando de si abrirían de nuevo sus sagradas escrituras para incluirle a usted como ejemplo.

Larisa (216)
Una de las fotografías de archivo que nos queda de Larisa cuando aún estaba soltera. El inspector de calidad le hizo una sofisticada broma y le cambió la toalla de ducha por un periódico. Pero ella no se escandalizó, sino que se entretuvo leyéndolo toda la mañana.

L. A. González: Trato de llevarlo con la mayor modestia posible. No obstante, el otro día estaba en el supermercado y cuando iba a la caja, me abrieron la fila para que pasase el primero, entre aplausos y gritos de enhorabuena. Y eso que llevo ya un año casado con las gemelas. Pero resulta que no me aplaudían por ello, sino porque ambas ahora están embarazadas, y yo ni siquiera lo sabía y me enteré en ese momento que voy a ser padre doblemente.

Gerente: ¡¡¿Qué me dice?!! ¡¡Enhorabuena, Luis Alberto!! Será padre por partida doble…

L. A. González: Sí, y pese a mi sorpresa sí que estaba todo planificado. Mis esposas, además de no querer separarse en el amor, tampoco querían perder la oportunidad de ser madres a la vez. Ahora veremos si el día del nacimiento también son capaces de sincronizarlo y así me ahorro una noche extra en el hospital.

Gerente: Sí, también ahorraría en futuras fiestas de cumpleaños… Bueno, bueno. El presente es increíble y el futuro se antoja prometedor. Pero el pasado aquí en la agencia lo recuerdo bien, muy bien de hecho. Me acuerdo mucho de Larisa y de Tania, y de las competiciones amistosas de desfile en ropa interior que hacían junto a otras chicas. Siempre ganaban porque el inspector de calidad decía que ellas puntuaban doble, aunque se presentasen como un único registro. No me puedo creer que ya estén con marido y esperando hijos (se seca una lágrima). Historias como esta nos llenan de orgullo en nuestra empresa. Hacen falta más héroes como usted, Luis Alberto.

L. A. González: Un placer haber ayudado. Gracias por la entrevista, y suerte con el resto de chicas que necesitan desesperadamente un marido.

Tania (217)
Tania se anticipó en el día de Navidad para sorprender a su marido y simultáneamente cuñado.

Desde nuestra agencia, no podíamos estar más contentos con clientes como Luis Alberto González, cuyo nombre es para nosotros sinónimo de sacrificio, altruismo y generosidad. Seguimos sin embargo afrontando nuevos desafíos a diario, como el de conseguir que una madre e hija, 36 y 18 años, cuyo lazo familiar también es fuerte y les impide separarse, consigan marido y papá respectivamente. Pero no sólo eso. Nuestras chicas se cuentan ya por miles y ahora cualquier ayuda en forma de amor a estas preciosas mujeres será considerada como un acto heroico. ¿Quieres colaborar un poco? Puedes revisar nuestros catálogos en busca de bellezas rusas a quienes poder ayudar. ¡Gracias por leer nuestra satírica entrevista! Y si de verdad la creíste, tienes un problemilla con tu percepción sobre las mujeres. En YouTube tienes la broma completa.